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REPORTAJE

Airbnb: la posible salvación de algunos y el causante de la ‘gentrificación’ para otros 

Los pisos turísticos del Casco Viejo ya no son el negocio que habían sido para sus dueños antes de la pandemia, y SOS Alde Zaharra pide que desaparezcan de forma definitiva 

El sector turístico del Casco Viejo de Bilbao ha asistido durante los últimos años al auge de una nueva competencia: los alquileres vacacionales, que se han servido de Airbnb y otras aplicaciones móviles para llegar a los turistas de forma masiva. Sus propietarios viven ahora una situación compleja por la falta de visitantes, a la vez que la asociación vecinal SOS Alde Zaharra pide acabar definitivamente con este negocio y lo culpa del aumento del nivel de vida en el barrio. Sin embargo, desde ambas partes coinciden en que hay pisos turísticos ilegales y que las instituciones deberían hacer más para acabar con este tipo de economía sumergida. Con todo, ¿qué es Airbnb? ¿Competencia desleal o una ayuda imprescindible para la clase media de las Siete Calles?

 

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Edificios residenciales de la calle Correo del Casco Viejo de Bilbao. Foto: Antoni Escandell

Eritz Mendizábal, portavoz de SOS Alde Zaharra, señala que la existencia de los pisos turísticos provoca que disminuya la oferta de vivienda residencial: “Y la demanda sigue siendo la misma, así que suben los precios de los pisos, lo que sigue la lógica de la ley de la oferta y la demanda”, añade. Ante la pregunta de qué se debería hacer, es claro: “Nosotros abogamos por la desaparición total de este tipo de pisos”. Y es que, según Mendizábal, estos apartamentos cambian el carácter del barrio y su forma de funcionar: “Desaparecen pequeños comercios porque se enfocan a otro tipo de usos, como las grandes cadenas de restaurantes y bares destinadas a turistas, y surgen problemas relacionados con los ruidos y la limpieza, entre otras cosas”. Así, concluye que “con el amparo de las instituciones” el barrio pasa de ser algo dirigido por sus habitantes a convertirse en un lugar diseñado para visitantes con alto poder adquisitivo. 

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Eritz Mendizábal, portavoz de SOS Alde Zaharra, durante su encuentro con Siete Calles. Foto: María Blas

Según el recuento de esta asociación, en el momento más álgido, desde el verano del 2019 hasta el comienzo de la pandemia, hubo 350 pisos para turistas en el Casco Viejo, de los cuales solo estaban declarados alrededor de 180. Mendizábal explica que la tendencia era ascendente hasta la llegada de la pandemia. 

 

Sin embargo, estos establecimientos pueden ser una gran ayuda para que quienes necesiten un complemento de su renta habitual. Es el caso de M.I.E., bilbaína que vive en Indautxu y que antes del inicio de la crisis sanitaria tuvo un alquiler turístico en la parte antigua de la ciudad durante año y medio. Siete Calles ha podido hablar con ella gracias a la inmobiliaria Artea Bilbao. En estos momentos su vivienda está habitada por una pareja de residentes. No tiene más propiedades, por lo que esta propietaria no forma parte de ninguna cadena. De hecho, su piso no es heredado, sino que lo pagó ella misma para ofrecerlo a turistas y poder costearse, así, un hogar propio tras divorciarse. 

 

Esta propietaria no defiende una prohibición total: “Si se cumplen las normativas, me parece bien que haya modelos turísticos para todos”, comenta antes de matizar que el mercado actual ha cambiado: “Lo que en un principio era cosa de pequeños propietarios como yo, a día de hoy se ha convertido en grandes cadenas que tienen 20, 25 o 30 pisos, por lo que lo de ahora ya es otra filosofía”. 

Viviendas vacacionales al margen de la ley

M.I.E. explica que estas corporaciones actúan como si fueran hoteles y que son una competencia importante para personas como ella, aunque matiza que el primer lugar de la competencia lo ocupan los pisos turísticos “en negro” que no respetan la ley: “Muchos se ofrecen en alturas que no son el primero”, denuncia en relación a que la normativa municipal solo permite este tipo de establecimientos en primeros pisos. Según ella (y también según Mendizábal), en más de un caso se actúa de forma fraudulenta: “Conozco muchos pisos ilegales, y es algo que nos perjudica a todos los contribuyentes, porque los ingresos públicos son para la sanidad y la educación, y toda esa gente no paga impuestos”, denuncia la bilbaína. En esta línea, recuerda que estos propietarios pueden permitirse poner otro tipo de precios. Así, M.I.E. pide más inspecciones del Gobierno Vasco y de Hacienda. 

 

Otro propietario (anónimo) del Casco escribe en la app de Airbnb que también está pensando cerrar su apartamento y deposita toda su esperanza en la vacuna contra el COVID-19: “La situación es dramática, a duras penas estoy alquilando la vivienda turística”.

Respuesta institucional

El Ayuntamiento de Bilbao, por su parte, puso en marcha a través del Plan General de Ordenación Urbana; PGOU, una normativa municipal, y una portavoz del Ayuntamiento sostiene que es “mucho más restrictiva que la planteada en muchas otras localidades”, al obligar que estos apartamentos tengan un acceso independiente con un cartel distintivo y solo puedan establecerse en primeros pisos o en las plantas inmediatamente inferiores a las destinadas a los vecinos y vecinas. En la parte antigua, además, solo se permite uno de estos pisos por portal, según marca el Plan Especial de Rehabilitación del Casco Viejo y el Plan Especial de Rehabilitación y Reforma Interior de Bilbao La Vieja. 

 

La intención es hacerle frente a los problemas de las viviendas de uso turístico (VUT). El Casco Viejo es uno de los mayores focos de conflictos de este tipo en el ‘Botxo’, pues según recoge un estudio realizado por la Autoridad Vasca de la Competencia, el número de VUT en la zona ascendió hasta las 177 en el año 2017. Así, el Casco Viejo encabezaba la lista por barrios, tal y como se observa en el siguiente gráfico. 

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Gráfico de la Autoridad Vasca de la Competencia en su estudio sobre las VUT (2018). 

Además, SOS Alde Zaharra detectó en mayo del 2020 que 16 pisos se anuncian a la vez en el mercado de vivienda habitual y en el mercado turístico. 

 

Las fuentes municipales consultadas por Siete Calles aseguran que los incumplimientos de la normativa reguladora deben ser trasladados al Gobierno autonómico, que es quien tiene un canal abierto de denuncias y potestad sancionadora en la materia. Además, es la Administración que dispone del registro de este tipo de viviendas, aseguran estas fuentes municipales. Sin embargo, el Ayuntamiento también podría intervenir en última instancia en la mediación entre vecinos y en los problemas que supongan una alteración del orden público, mediante la actuación de la Policía Municipal. Asimismo, otros ayuntamientos del Estado español sí que han optado por más mano dura: Barcelona suspendió en 2019 la apertura de nuevos pisos y la ciudad de Ibiza prohibió todo tipo de alquiler vacacional en 2018. 

 

Por otra parte, José Manuel Redondo, director del Hostal Iturrienea, cree que este tipo de alojamiento turístico desplaza a los habitantes del barrio y afecta "bastante" a los hoteles y hostales. Pero también señala que la normativa legal del Ayuntamiento de alguna manera "limita el daño".

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José Manuel Redondo, director del Hostal Iturrienea, posa en el comedor. Foto: María Blas 

Con esto coincide Sofía Peña, propietaria de Puerta del Camino, un conjunto de siete apartamentos para turistas en Bilbao La Vieja. Ella opina que las normativas no son negativas, ya que cree que hay que limitar y regular todo. De lo contrario, dice, en los edificios residenciales acabaría habiendo mucho movimiento de gente en las zonas comunes. Ella, por el momento, no ha tenido que lidiar con problema de convivencia alguno en sus propiedades. 

 

A pesar de ello, para Redondo es indispensable que haya más control, sobre todo para hacerle frente a los pisos turísticos ilegales: “Necesitamos que los inspectores revisen un poco más las aplicaciones como Airbnb o Booking, en las que normalmente se realizan pagos con tarjeta o con una transferencia y queda un registro”. 

 

A día de hoy, la portavoz del Consistorio descarta más restricciones para los pisos turísticos, pues lo cierto es que Bilbao no ha venido siendo un lugar masificado, como los casos de Barcelona o Madrid. Por ahora parece imposible predecir lo que va a ocurrir con este negocio, ya que la crisis sanitaria y las consecuentes restricciones a la movilidad suponen un gran interrogante para los propietarios (sobre todo para los pequeños), mientras que los contrarios a las VUT plantean la posibilidad de aprovechar este paréntesis para repensar el Casco Viejo de Bilbao y para que dichos hogares vuelvan a ser ofrecidos todo el año para la gente de esta parte de la ciudad.  

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