Los hosteleros bilbaínos se manifiestan contra las medidas restrictivas del Gobierno Vasco por la pandemia
Alrededor de 18.000 personas se manifestaron ayer en Bilbao en contra de las medidas restrictivas tomadas por la pandemia y en apoyo a la hostelería, que, hasta el 1 de diciembre, permanecerá cerrada
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La protesta convocada ayer a las 17:30 de la tarde por la Asociación de Hostelería de Bizkaia y en la que se reunieron transportistas, manifestantes, propietarios, camareros y proveedores - gran parte de ellos del Casco Viejo- , de varios municipios vizcaínos, provocó indignación desde la Plaza Moyúa hasta el Ayuntamiento de Bilbao. En ella, los manifestantes protestaban por las medidas tomadas por el lehendakari Iñigo Urkullu contra bares y restaurantes debido al incremento de contagios de coronavirus en el País Vasco.
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Restaurante Kasko cerrado a causa de la pandemia

Los bares de la Plaza Nueva están de luto

El histórico café de la Plaza Nueva cerrado a causa de la crisis

Restaurante Kasko cerrado a causa de la pandemia
Carteles de protesta y bares del Casco Viejo, cerrados a raíz de la COVID-19.
Fotos: María Blas

Dos manifestantes protestando en contra de las medidas tomadas por Iñigo Urkullu contra la hostelería. Foto: María Blas
Los locales hosteleros permanecerán cerrados hasta el día 1 de diciembre y el lehendakari espera que estas medidas - entre otras - sean suficientes para no recurrir a un confinamiento domiciliario. Sin embargo, aunque Urkullu haya anunciado el establecimiento de una serie de ayudas para los sectores afectados, entre ellos la hostelería, los manifestantes, como Irene Alfonso del restaurante Kasko situado en las Siete Calles, no lo tienen tan claro: “Los empleados no vamos a recibir ninguna ayuda, ¿qué nos van a dar? La Unión Europea enviará dinero a los ayuntamientos y a las diputaciones y se lo embolsillarán los ricos”. Señala, asimismo, que el ocio es lo que hace avanzar la economía del país: “Nos están matando de hambre”.
Un Casco Viejo marchito
A pesar de que los pedidos a domicilio se mantienen en los locales y haya pastelerías-cafeterías abiertas como Bohemian Lane o Charamel, las Siete Calles ha pasado de ser una zona llena de vida a un lugar apagado o vacío. El cierre de la hostelería pone en peligro a los comercios de toda la vida que, últimamente, son los que más latigazos han recibido.
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Los portavoces de la manifestación explican que no comprenden la dureza de las restricciones para la hostelería frente a otros sectores
Los portavoces de la protesta indicaron que, con la manifestación, pedían la toma de medidas por parte del Gobierno para rebajar los alquileres, la rebaja de la presión fiscal e intervención de organismos para asegurar la reducción de los gastos que suponen el IRPF, la Seguridad Social y el gasto de terraza y agua, entre otros. Además, expresaron que eran conscientes de la situación sanitaria y de la necesidad de tomar medidas, pero no comprenden la dureza de las restricciones para la hostelería frente a otros sectores, porque, según la consultora Foqus, los bares y restaurantes son seguros, pues suponen un 2.3% de los casos acumulados.

La Asociación de Comerciantes del Casco Viejo asegura en un comunicado que no cobrará la mensualidad a los hosteleros asociados para apoyarlos durante el cierre temporal
Foto: un manifestante con un ataúd de cartón con el lema "RIP Hostelería" en la Plaza nueva. Foto: María Blas
Bilbao se tiñe de luto
Ataúdes, cruces y gritos de auxilio plasmados en cartón. Una manifestación cargada de simbología tétrica, poca esperanza y dolor. Bajo el cartel de #SosOstalaritza, Mercedes Hidalgo, camarera de la Cervecería Ibaizabal en La Peña, señalaba la exageración de las alternativas del Gobierno Vasco: “Si no rebajan las medidas no vamos a poder con todo”.
La desesperación de los propietarios de bares y restaurantes aumenta con el paso del tiempo, sin embargo, la Asociación de Comerciantes del Casco Viejo asegura en un comunicado que no cobrará la mensualidad a los hosteleros asociados para apoyarlos durante el cierre temporal. Una iniciativa positiva que no ayudará a florecer por completo al Casco Viejo, pero que, sin duda, salvará a muchos locales del cierre definitivo.