ARTÍCULO DE OPINIÓN
Las nuevas restricciones dan "la puntilla" al pequeño comercio
El estado actual de el comercio vasco se acerca cada vez más a la situaión de un enfermo terminal. Gracias a las nuevas medidas restrictivas instauradas por el Gobierno Vasco en todos los establecimientos de Euskadi el pequeño comercio entra en estado crítico, y se enfrenta a una amenaza nunca antes vista para su supervivencia.
El gobierno de Iñigo Urkullu continúa dejando a un lado uno de los motores económicos principales del Casco Viejo. El pequeño comercio, seña de identidad de nuestro barrio, continúa siendo golpeado, y ya son más del medio centenar de tiendas y bares que han tenido que colgar el cartel de ‘se vende’ gracias a la desacertada gestión llevada a cabo por las autoridades locales. Medidas como adelantar el toque de queda a las 22:00, o reducir aún más el horario en el que se puede acceder al servicio de comidas a domicilio hasta las 21:00, pretenden dar la estocada final a unos comercios ya maltrechos. Estas restricciones, que intentan salvar a la población, están condenando a una extinción más que probable a un número importante de nuestros comercios, los de las Siete Calles, los de siempre.
El lehendakari y sus consejeros consiguen, de esta manera, dispararse en el pie, ya que sin el impulso económico esencial que provee el pequeño comercio a la economía vasca, todo lo demás se irá al garete. Mientras tanto, nuestros restauradores, camareros, panaderos y demás tenderos del antiguo Casco Viejo bilbaíno tratan de hacer lo imposible: sobrevivir a las peores condiciones a las que se han enfrentado. Es encomiable el interés de Urkullu para salvar de las garras del coronavirus a la población vasca. Sin embargo, no estaría nada mal que pusiera la mitad de las energías que ha otorgado a dicha causa para salvar también al pequeño comercio, un emblema tan valioso como cada vez más difícil de encontrar en nuestra sociedad.

Un comerciante protesta en la Plaza Nueva de Bilbao a causa de las nuevas restricciones impuestas por Gobierno Vasco. Foto: María Blas
La situación es complicada. Nadie en su sano juicio pensaría que superar una pandemia mundial sería pan comido. Es por ello que en estos momentos de incertidumbre y crisis es de imperiosa necesidad proteger aquello que nos representa, el que más lustre da a nuestro barrio. Ahora más que nunca tenemos que apoyar el pequeño comercio, el de toda la vida, y recurrir más a él. Así les devolveremos todo aquello que nos dieron. Siempre estuvieron ahí, nunca han fallado y han seguido trabajando pese a todas las dificultades y obstáculos a los que han sido sometidos para estar siempre accesibles a nuestras necesidades. Seguramente la aportación de verdaderas ayudas económicas al pequeño comercio, aquellas de las que todavía es privado, permitiría su subsistencia y la perduración de esta joya de la sociedad bilbaína. Ahora somos nosotros los que tenemos que estar ahí para ayudarles a levantarse y evitar que se le dé al comercio local la “puntilla final” que está muy cerca de recibir.